Que alrededor de 800.000 personas mueran al año en todo el mundo debido a la mala calidad del aire en interiores dentro de sus centros de trabajo debería ser suficiente para alertar a los responsables de estos espacios para mejorar tal situación. Sin embargo, el tema no ha sido tan debatido como la contaminación del aire exterior. Aunque las deficiencias en la calidad del aire en sitios cerrados son difíciles de detectar, esto no indica que sean inocuas. Algunos contaminantes llegan a concentrarse de dos a 10 veces más en sitios cerrados que en lugares abiertos.

Por todo ello, debes tomar las medidas necesarias para garantizar que la calidad del aire en tus oficinas y otros espacios de trabajo esté ajustado a los estándares regulados. En este sentido, el diseño del sistema de climatización tiene un rol importante.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a la calidad del aire en interiores?

En concreto, el concepto de calidad del aire en interiores (CAI) abarca las condiciones que debería reunir el aire en los ambientes cerrados para preservar la salud de las personas que los ocupan de forma temporal o permanente. Dicho de otro modo, la calidad del aire interior determina cómo los contaminantes, la temperatura, la humedad y otros factores ambientales afectan a la salud, el confort y el rendimiento.

Por sorprendente que te parezca, los espacios cerrados incrementan considerablemente la exposición a los contaminantes del aire. La mayoría de las personas permanecen casi el 90% de su tiempo en recintos interiores. En estos últimos, la calidad del aire puede verse afectada debido al ingreso del aire exterior. Además, también cuentan las fuentes específicas de contaminación en sitios cerrados y el intercambio de aire deficiente.

Al respecto, la Sociedad Americana de Ingenieros de Calefacción, Refrigeración y Aire Acondicionado (ASHRAE) identifica nueve causas de la mala calidad del aire en interiores:

  • En primer lugar, el diseño y construcción de los edificios o recintos.
  • Falta de inspecciones y revisiones para comprobar la idoneidad de estos espacios para sus ocupantes.
  • Por otra parte, muchos sistemas de ventilación acumulan suciedad y humedad.
  • Factores comunes de contaminación en lugares cerrados.
  • Equipos, maquinarias y actividades en el interior agregadas a los contaminantes.
  • Existencia de humedad corriente en el recinto.
  • Mantenimiento y limpieza deficientes del sistema de aire acondicionado y sus filtros.
  • Aire exterior de mala calidad.
  • Índices muy bajos de ventilación.

Para minimizar estos factores, es crítico proporcionar un intercambio de aire efectivo a los ambientes interiores. De hecho, la emergencia sanitaria del COVID-19 ratificó la relevancia de mejorar los niveles de calidad del aire en interiores mediante el intercambio de aire. Esta opción es empleada frecuentemente para disminuir la concentración de contaminantes y acercarla a cero.

Efectos de la calidad del aire en interiores

En nuestra opinión, es pertinente resumir los hallazgos de un completo estudio que llevaron a cabo expertos en salud y medio ambiente en 2015. La referida investigación involucró a tres prestigiosas universidades estadounidenses. La misma reveló que las personas que trabajan en oficinas adecuadamente ventiladas y con niveles de contaminantes atmosféricos inferiores al promedio tienen un mejor rendimiento cognitivo que aquellas que trabajan en recintos con niveles medios de contaminación del aire interno. 

A propósito, los encargados del estudio pusieron el foco, primeramente, en los compuestos orgánicos volátiles (COV), concentrados en mayor medida dentro de espacios interiores. Las emisiones de COV tienen su origen en los materiales con los que se elaboran muebles y productos utilizados en las oficinas. Entre ellos: fotocopiadoras, plásticos, papeles, moquetas, materiales de limpieza, fragancias sintéticas y humo de tabaco.

A los efectos de esta investigación sobre la influencia de la calidad del aire en interiores, compararon tres grupos de participantes. Cada cual trabajó en condiciones de oficinas diferentes:

  1. Un espacio ideal con ventilación mejorada y muy bajas concentraciones de contaminantes volátiles.
  2. El segundo lo hizo en una oficina con baja presencia de COV.
  3. Mientras que el tercero trabajó en un entorno de trabajo convencional, con altas concentraciones de COV.

En resumen, los participantes en la oficina ideal duplicaron la puntuación en rendimiento cognitivo de quienes trabajaron en el entorno intermedio. Y estos últimos superaron en un 61% a quienes realizaban su trabajo en el espacio con condiciones convencionales. 

Áreas cognitivas evaluadas

De las nueve áreas de la función cognitiva valoradas, las mejoras más relevantes estuvieron en:

  • Respuesta a situaciones de crisis. En esta, la capacidad de planificar y crear estrategias en emergencias fue un 131% y un 97% más alta en los trabajadores de los dos primeros entornos, respecto a los del espacio altamente contaminado.
  • Estrategia. Es decir, la capacidad de aplicar soluciones mediante la información y la planificación. Los individuos en los ambientes A y B fueron un 288% y un 183% superiores, respectivamente, en comparación con los del entorno C.
  • Uso de la información. Este ámbito refiere la capacidad de utilizar la información proporcionada y recopilada para lograr los objetivos. Una vez más, los individuos asignados al ambiente C fueron superados en un 299% y un 172% por los grupos A y B, respectivamente.

Por último, los investigadores evaluaron el efecto del dióxido de carbono (CO2) en las personas. En realidad, no podemos catalogar este como un contaminante directo en interiores, por ser un gas esencial presente en la atmósfera de manera natural. Sin embargo, sus concentraciones tienden a ser superiores en los espacios cerrados por una ventilación deficiente. Por esta razón, influye en el rendimiento cognitivo. A modo de conclusión, la investigación encontró que, de todas las funciones cognitivas valoradas, las puntuaciones en siete de estas bajaban a medida que los niveles de CO2 subían a las cotas de los espacios convencionales.

El sistema de climatización influye

En efecto, el diseño de los sistemas de climatización para edificios o naves industriales debe responder a las exigencias de calidad del aire interior. Ya se trate de estructuras residenciales, comerciales, educativas o de otra índole, este es un aspecto esencial para cumplir con los parámetros legales. Por ejemplo, los establecidos en el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), aquí en España. En su artículo 11.2, este instrumento legal dispone que las instalaciones térmicas deben tener capacidad para mantener una calidad del aire en interiores aceptable en locales ocupados por personas. Esto incluye poder eliminar los contaminantes producidos de forma habitual durante el uso normal de los sistemas. En paralelo, deben aportar un caudal suficiente de aire exterior y garantizar la extracción y expulsión del aire viciado. 

Desde esta perspectiva, hay aspectos esenciales que deben priorizarse, como la ventilación, la filtración del aire y la propia calidad del aire interior. Por tanto, los sistemas de ventilación son críticos para lograr un entorno saludable en edificios de todos los tamaños y propósitos. En función de esto, dichas unidades deben estar correctamente dimensionadas, para garantizar un flujo y un porcentaje de intercambio de aire apropiados. Cabe destacar aquí que hay una correlación entre los niveles de ventilación y los de limpieza del aire interior. A mayor ventilación por hora en una estancia, habrá menos concentración de contaminantes.

Otro aspecto esencial es el nivel de filtración que el sistema de ventilación aplica al flujo de aire exterior antes de introducirlo en un espacio. Por lo tanto, es indispensable que el sistema de ventilación cuente con filtros de alta capacidad para filtrar debidamente el aire exterior.

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